
EL ROSARIO
Una carta de Sor Lucía a su sobrino.
La que fue una pastora en una aldea portuguesa de Fátima, Lucía,
después religiosa carmelita en un convento de Coímbra, escribe al
Director (sacerdote) del Centro «Mater Divinae gratiae» de Rasta
–Turín–, esta carta traducida del italiano.
Lo que me dice del rezo del Santo Rosario es una gran pena porque
la oración del Rosario es, después de la Sagrada Liturgia Eucarística,
la que más une a Dios.
Es la que más une a Dios por la riqueza de las oraciones de que se
compone, todas ellas venidas del cielo, dictadas por el Padre, por el
Hijo y el Espíritu Santo.
El Gloria, que rezamos en todos los misterios, fue dictado por el
Padre a los ángeles, cuando les envió a cantar junto a su Hijo recién
nacido. Es además un himno a la Stma. Trinidad.
El Padrenuestro nos fue dictado por el Hijo, y es una oración dirigida
al Padre.
El Avemaría está todo impregnado del sentido trinitario y eucarístico.
Las primeras palabras fueron dictadas por el Padre al Ángel, cuando
le envió a anunciar el misterio de la Encarnación del Verbo:
Dios te salve, María, llena de gracia; el Señor es contigo. Estás llena
de gracia porque reside en ti la fuente de la misma gracia.
Es por tu unión con la Santísima Trinidad por lo que tú estás llena de
gracia.
Movida por el Espíritu Santo, dijo santa Isabel: «Bendita tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús».
La Iglesia también movida por el Espíritu Santo, añadió: Santa María,
Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la
hora de nuestra muerte.
Esta es también una oración dirigida a Dios a través de María.
Porque eres madre de Dios, ruega por nosotros. Es oración Trinitaria,
porque María fue el primer templo vivo de la Santísima Trinidad.
El Espíritu Santo descenderá sobre ti, el Padre te cubrirá con su
sombra, y el Hijo que de ti ha de nacer será llamado el Hijo del Altísimo.
María es el primer sagrario vivo; donde el Padre encerró su Verbo.
Su Corazón Inmaculado es la primera custodia que lo guardó.
Su regazo y sus brazos fueron el primer altar y el primer trono, en el
que el Hijo de Dios fue adorado.
Así le adoraron los ángeles, los pastores y los sabios de la tierra.
María es la primera que tomó en sus manos puras e inmaculadas al
Hijo de Dios, y lo condujo al templo para ofrecérselo al Padre como
víctima para la salvación del mundo.
Así, la oración del Rosario es, después de la Sagrada Liturgia
Eucarística, la que más acerca a los misterios de la fe, esperanza y
caridad.
Es el pan espiritual de las almas; el que no reza desfallece y muere.
En la oración nos encontramos con Dios, y es en ese encuentro en
el que nos comunica la fe, la esperanza y la caridad, virtudes sin las
cuales no nos salvaremos.
El Rosario es una oración de los pobres y de los ricos, de los sabios
y de los ignorantes.
Apartar a las almas de esta devoción es apartarlas del pan espiritual de
cada día.
Esa oración es la que sustenta esta pequeña llama de fe, que no se
ha apagado del todo en muchas conciencias.
Incluso para aquellas almas que rezan sin meditarlo, el simple hecho
de coger el rosario, les sirve para acordarse de Dios, de lo sobrenatural.
El simple recuerdo de los misterios en cada decena es un rayo de luz
más, que sustenta en las almas la mecha que todavía humea.
Por eso el demonio le tiene declarada la guerra.
Y lo peor es que ha conseguido desorientar y engañar almas llenas
de responsabilidad por el lugar que ocupan.
Son ciegos que guían a otros ciegos... y quieren apoyarse en el Concilio
y no ven que el Sagrado Concilio ordenó que se conserven todas las
devociones, que a través de los años, se han practicado en honor de la
Madre de Dios.
Y que la oración del Rosario es una de las principales a la que estamos
obligados, al hacer lo ordenado por el Sagrado Concilio y por el
Sumo Pontífice; esto es, debemos conservarlo.
Yo tengo una gran esperanza de que no esté lejos el día en el que la
oración del Santo Rosario sea declarada oración litúrgica, porque
toda ella participa de la Sagrada Liturgia Eucarística.
Recemos, trabajemos, sacrifiquémonos, y confiemos para que «Al fin,
Mi Inmaculado Corazón vencerá».
LAS QUINCE PROMESAS DE LA VIRGEN DEL ROSARIO
1ª Quien me sirviere rezando constantemente mi Rosario, recibirá cualquier
gracia que me pida.
2ª Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que
devotamente rezaren mi Rosario.
3ª El Rosario será un escudo fortísimo contra el infierno, destruirá los
vicios, librará de pecados y abatirá la herejía.
4ª El Rosario hará germinar las virtudes y que las almas consigan copiosamente
la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres
el amor de Dios al amor del mundo y los elevará a desear las
cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!
5ª El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6ª El que con devoción rezare mi Rosario, considerando sus sagrados
misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte
desgraciada; se convertirá si es pecador, perseverará en la gracia si es
justo: y en todo caso será admitido a la vida eterna.
7ª Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los auxilios de
la Iglesia.
8ª Quiero que todos los que rezan mi Rosario tengan en vida y en la
muerte la luz y la plenitud de la gracia y sean partícipes de los méritos
de los bienaventurados.
9ª Yo libro muy pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.
10ª Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo de una
gloria singular.
11ª Todo cuanto se pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12ª Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13ª He impetrado de mi Hijo que todos los cofrades del Rosario tengan
en vida y en la muerte como hermanos a todos los bienaventurados de
la corte celestial.
14ª Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos
de mi unigénito Jesús.
15ª La devoción al santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación
a la gloria. (Beato Alano)
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