martes, 1 de julio de 2008

Allí estabas tú (XX)


22. ¿Eres un hipócrita?

El hipócrita era en el teatro griego el actor que, con una máscara y la indumentaria apropiada, representaba un papel. Aparentaba ser un personaje que no era en la realidad.

La soberbia alucina y hace que la imaginación haga vivir en la irrealidad, en la locura de imaginarnos estar representando en esta vida un papel que realmente no somos. La humildad, en cambio, lleva a estar en la verdad, a reconocer Quien es Dios, quiénes son los demás y quién soy yo.

Ya Jesucristo habló muchas veces del peligro de la hipocresía, de la enfermedad que padecían muchos de los fariseos. Ellos hacían cosas externas buenas, aparecían como honrados y celosos de Dios, mientras que su corazón estaba lejos de Dios, estaba centrado en ellos mismos.

A la vez, la hipocresía es una de las cosas que más molesta a la gente joven. Molesta encontrarse con alguien que aparenta ser amigo y luego va hablando mal de nosotros, o nos deja tirados cuando le necesitamos en el momento difícil, como hicieron los fariseos con Judas cuando fue a pedirles ayuda. Le dijeron: "Allá tú" (Mt 27,4), y no se preocuparon de su problema.

Junto a esto, rechazamos la hipocresía en nosotros mismos. Nos molesta ser hipócritas con Dios o con los demás.

Uno sabe que es hipócrita con los demás cuando su trato es superficial, no de verdadera amistad; cuando va con sus amigos por el bien que le reportan, pero no está dispuesto a hacer ningún sacrificio por ellos.

Tendríamos que preguntarnos el motivo de nuestra amistad y hasta dónde somos capaces de dar a los demás lo que necesitan.

También tendríamos que preguntarnos si no somos algo hipócritas para con Dios. Si no hacemos algunas cosas "para tenerle contento", para estar en regla, y no buscamos de verdad su amistad y hacer Su voluntad. Porque, incluso, podríamos inventarnos un cristianismo a nuestra medida, a la medida de nuestra comodidad, un cristianismo que no nos costara vivir.

Dios nos ha hablado y desea que realicemos su voluntad para vivir como cristianos. ¿Te cuesta alguna vez ser cristiano? ¿Te cuesta ir a Misa, vivir la caridad, la pobreza, la pureza, la obediencia...?

No se trata de intranquilizarnos innecesariamente, pero tampoco se trata de que no nos cuesten algunos aspectos de la vida cristiana sencillamente porque no los vivamos.

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