miércoles, 16 de julio de 2008

El Purgatorio



Purgatorio significa purificador. En el fondo lo mismo que purifica en el purgatorio, consume en el infierno y santifica y da felicidad en el cielo.
Dios no cambia; el fuego del amor es siempre el mismo. Somos nosotros los que somos diferentes ante el amor inmutable e infinito de Dios. Si uno es totalmente contrario al amor, la privación de él le tortura.
Si somos seres necesitados de purificación para ver a Dios, su amor, al no gozar aún de él en el purgatorio, nos purifica; si estamos unidos a Dios, su amor nos santifica y hace felices.
Desde el principio, los hombres han reflexionado en lo que sucede, cuando el hombre se encuentra con Dios.
Han comprendido que el hombre, para unirse con Dios, necesita ser transformado, purificado. Esta purificación puede realizarse a lo largo de toda su vida, pero esta transformación no ha sido realizada en muchísimos casos en la hora de la muerte.
Para expresar qué es lo que sucede después de la muerte bajo la acción de Dios, se ha impuesto una imagen y es la de un fuego que no tiene los mismos efectos, según la disposición de cada uno.

Abrasa de alegría a los corazones que aman. Es terrible para los que se empecinan en una actitud de rechazo. Purifica a los que aún son opacos a la comunicación.
Nuestra fe nos explica la existencia de una purificación imprescindible después de la muerte, a fin de alcanzar la santidad necesaria para entrar en la felicidad del cielo.
La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe en el purgatorio en los concilios de Florencia y de Trento.
La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a unos textos de la Sgda. Escritura habla de un fuego purificador.
La Iglesia jamás ha dejado de rezar por los difuntos, especialmente en la Euaristía; y siempre ha recomendado la limosna, la oración y las obras de penitencia por los difuntos.
Al presentar este tema de las almas del purgatorio, a partir de las revelaciones privadas de María no pretendemos hacer una exposición más explícita de lo dispuesto por la fe, ni mejorarlo, ni completarlo, sino que le concedemos el lugar que le corresponde como revelación privada, seguida y guiada de cerca por su párroco y por el obispo de la diócesis; con la intención de ayudar a revivir esta realidad,
muy olvidada en la actualidad y hasta desconocida por muchos fieles.
Guiados por el Magisterio de la Iglesia, los lectores saben discernir y acoger, lo que en estas revelaciones privadas, constituye una auténtica llamada de Cristo o de sus santos a la Iglesia.

Entresacamos del libro aquellos párrafos quenos han parecido más apropiados. Estas cuestiones no se explican habitualmente en las parroquias y catequesis. Por ello hay una ignorancia y cierta angustia por las realidades que nos esperan después de la muerte.
Estas ideas nos servirán para saber que el plan de Dios sobre nosotros después de la muerte es esperanzador.
A parte de que tenemos en nuestras manos un inmenso poder aquí en la tierra, para dar felicidad a las almas de los difuntos.
María Sigma tiene setenta y cinco años. Es una fervorosa católica. Vive muy pobremente en un pueblecito de Austria. A los veinticinco años se vio favorecida por un carisma muy particular dentro de la Iglesia. El carisma de recibir visitas de
las almas del purgatorio. Este carisma tiene sus raíces en la historia de la Iglesia.
Son muchos los santos que han poseído este carisma. Por ejemplo: sta. Gertrudis; sta. Catalina de Génova; sta. Margarita que tuvo visiones del Corazón de Jesús; el cura de Ars; san Juan Bosco, etc. Existen varios libros sobre esto. Cuando uno los lee se da cuenta de que todos dicen las mismas ideas sobre el purgatorio.
La persona que entrevistó a María Sigma le preguntó: ¿Qué le dicen estas almas que le visitan? Ella respondió: La mayoría de las veces me piden que haga decir misas
y que asista a ellas; que se rece por ellas el rosario y también el viacrucis.
El purgatorio es un retraso impuesto por las manchas de nuestros pecados, antes del abrazo de Dios. Es una quemazón de amor que hace sufrir muchísimo. Es una espera.
Es una notalgia de amor.

Las almas del purgatorio le explican a María Sigma, que sienten un gran deseo de Dios que es profundamente doloroso. En medio de sus sufrimientos tienen alegría y esperanza.
Ningún alma quería volver del purgatorio a las tinieblas de la tierra, porque tienen ya un conocimiento de Dios, que nos sobrepasa grandemente a los que aún estamos en ella.
La certeza que tienen de que verán a Dios, les proporciona una alegría tal, que sobrepasa al dolor. En la tierra no tenemos esta certeza.
Es la misma alma la que quiere ir al purgatorio, para poder entrar en el cielo.

No hay comentarios: