miércoles, 18 de junio de 2008

Allí estabas tú (IX)


11. ¿Quieres ser santo?

Si por parte de Dios no hay impedimento; es decir, que nos ha dado todos los medios –el Espíritu Santo, los Sacramentos, La Santísima Virgen, etc.-, todo depende de nosotros, de que queramos.

Ser santo no es difícil, sin embargo requiere una decisión continuada durante toda la vida, como decía Santa Teresa a sus religiosas: "Los que quieren beber de esta agua de vida y quieren caminar hasta llegar hasta la misma fuente, cómo han de comenzar, y digo que importa mucho y el todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabaje lo que trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo" (Santa Teresa, Camino de perfección, 35).

Si Cristo te preguntara si quieres ir a Cielo, contestarías sin vacilar que sí, lógicamente. Pero si te mirara fijamente y te volviera a hacer la pregunta despacio, captarías lo que ese compromiso encierra: poner los medios, todos los medios; abandonarte totalmente como San Pedro. Estar dispuesto a que el Señor te diga como a Simón: "Cuando eras joven, tú te ceñías e ibas adonde querías; cuando seas mayor extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras" (Jn 21,18), es decir, dejarse conducir por Él.

¡Ah, entonces la pregunta cambia! Y es que, a lo mejor, uno desea ganar el premio eterno, pero sin poner los medios, sin empeñar lo que cuesta, y quedarse con la sonrisa de marioneta de cartón como el joven rico.

Piénsalo.

"Me dices que sí, que quieres. -Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? -¿No? -Entonces no quieres" (San Josemaría Escrivá, Camino, 316).

Si alguien desea nuestra felicidad más que nosotros mismos ese alguien es Dios. Para eso nos ha facilitado los medios necesarios pasa ir al Cielo -que ya Le costó, ¡eh!-. Todo depende de nosotros. Precisamente para eso estamos de visitantes en esta tierra.

¿Quieres ser santo? ¿De verdad?

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