
20. Compromiso cristiano
Era a la caída de la tarde, de una tarde de agosto, junto a un río, cuando un joven leyó por primera vez el primer párrafo de un libro de espiritualidad llamado Camino: "Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón" (San Josemaría Escrivá, Camino, 1). Era todo un programa de vida, y su vida empezó a cambiar.
La juventud es la época de entusiasmarse con ideales altos, con empresas ambiciosas, arriesgadas; tiempo de hacer algo por la Humanidad, por los necesitados. Es el tiempo del amor.
Y uno se apunta, se enrola en la aventura, aunque tenga riesgo -y por eso mismo- para conseguir un trofeo, la cumbre de una montaña o sacar un periódico adelante. Quien no vive la vida así a los veinte años no sabe ser joven, tiene artrosis en el alma y arrugas en el corazón.
Pero en todas esas empresas se sabe, más o menos conscientemente, que una vez logrado el objetivo, o que pasados los años, uno tendrá que dejar ese empeño. Así es la vida.
Cuando Cristo salió al encuentro del mundo y les proponía alistarse en su empresa sobrenatural, la gente entendía que se trataba de algo muy exigente, que cogía todos los afanes y toda la vida. Por eso ser cristiano -cuando a uno se lo explican bien- tiene un atractivo especial para la gente joven.
Jesucristo es quien más ofrece -la felicidad propia y la de los demás- y quien más pide. La aventura de ser cristiano es la más apasionante que pueda haber: conocer a Dios a fondo, conocerse uno a sí mismo sin falseamientos y ayudar a la Humanidad entera a resolver los problemas. Y todo ello basado en la Ley del amor. ¿Qué más quiere uno? ¿Qué más le puede pedir uno a la vida, con lo corta y problemática que es?
Cuando se bautizaban, los primeros cristianos ya sabían a qué venían, y que iban a chocar con los paganos. Posiblemente nosotros hayamos sido bautizados cuando éramos pequeños, pero al llegar a la juventud uno tiene que plantearse porqué está en la Iglesia, porqué quiere vivir todo el compromiso cristiano, la radicalidad del amor a Dios y a los demás.
No te extrañes que un día te preguntes por qué vas a Misa, o por qué el dolor en el mundo, o por qué existen los sacerdotes y la gente entregada a Dios, o por qué la radicalidad en vivir la honradez, o tantas otras cosas.
Dios quiere que nos hagamos preguntas, permite que tengamos dudas, que veamos buenos o malos ejemplos e, incluso, tengamos tentaciones o enfermedades. La solución no consiste en actuar como Judas que, ante la dificultad y las preguntas que se hacía, prefirió seguir su comodidad y acabó criticando la doctrina del Señor.
No, la solución no es ésa. La solución está en consultar a un sacerdote, en intentar resolver las cuestiones en presencia de Dios para acertar sobre la verdad de nuestra vida: saber para qué hemos nacido.
Es natural que, ante las exigencias de Cristo en las bienaventuranzas, uno se plantee seriamente si Le sigue o no. A medias, ya hemos visto, no se puede estar.
Te animo a que conozcas a fondo el mensaje cristiano. Esto es fundamental, porque si uno sólo se queda en aspectos externos, de lo que hace tal o cual persona, o no sabe lo que son los Sacramentos, la Gracia, y todo lo demás, claro está que no atrae mucho, y otras religiones ofrecen más.
Entérate bien, pon de tu parte lo que haga falta para enterarte, y busca conocer a Jesucristo, que es el Modelo y la Vida de cada cristiano. Verás que la tarea de la vida interior y del apostolado es una aventura que colma las más íntimas aspiraciones.
Y te comprometerás.
La vida vivida así no es una vida inútil, sino todo lo contrario: será algo que ha merecido la pena. Basta leer la vida de cualquier santo.
Eres joven, tienes tu vida en tus manos.
En el fondo de tu ser hay un deseo de hacer algo grande, de emplear tu vida en algo que merezca la pena.
Con los años, serás el tipo de mujer, de hombre, que quieras ser.
Depende de lo que decidas y hagas ahora.
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